Casa de herrero cuchillo de palo… ¿dicen?
Les cuento, mi hijo menor tiene tres años, es un chico divino (lo dice la mamá ;-)) y como es esperable muy distinto a su hermano, a él le encanta liderar es extrovertido y sin miedo a nada.
Nunca he tenido prisa en que mis hijos cumplan lo que los demás esperan, en esto va incluido el tema de dejar los pañales. Siempre me ha gustado observar las señales que están listos para dar ese paso y en ese momento busco guiarlos en el proceso. Hace tiempo había leído algo que hablaba de que es un proceso que hay que manejar con cuidado, ya que de repente podemos dar un mensaje equivocado que lo que han estado haciendo está mal, y también el psicoanalista Freud hablo al respecto de esta etapa.
¿Qué señales espero para saber que mis hijos pueden estar listos para dejar el pañal?
He leído que deben aprender a saltar ya que esto esta enlazado, además, pongo especial atención cuando son conscientes de que están orinando ya sea porque lo mencionan, por alguna expresión particular en su carita, o alguna señal a nivel corporal que nos hace sospechar y aprovecho para preguntarles ¿estas orinando? Con un tono suave y natural cuidando que no suene a regaño.
Al momento de hacer “caquita” es común en que se empiezan a esconder o apartar, les doy la privacidad que buscan y de nuevo les pregunto ¿estas haciendo caquita, estabas haciendo caquita o vas a ir hacer caquita? También espero la señal que ya su pañal sucio les incomoda y me pidan cambiarlo, esto no quiere decir que inmediatamente empiezo el entrenamiento. Acá inicio a trabajar con esas señales.
Les comparto lo que he ido aprendiendo y haciendo: Empiezo por cambiar de mameluco a camiseta y calzoncillo, los participo de esto y los llevo a comprarlo y que escojan ellos, así que emocionados esperan ponérselos y van aprendiendo a subir y bajar su ropita solos. Los niños se emocionan al ir creciendo y ver como van desarrollando nuevas capacidades. Y así empezamos a tocar el tema de que pronto podría estar listo para usar el baño, además empiezo a dejar un arito en su baño y en ocasiones antes de bañarse lo motivo a sentarse y que se vaya familiarizando.
Lo anterior funcionó muy bien con mi hijo mayor, los accidentes fueron pocos porque ya el sabía reconocer las señales de su cuerpo incluso durante el proceso, él mismo me dijo que en las noches tampoco le pusiera pañales.
Ahora mi hijo menor, ha decido llevar su propio ritmo, al ser un niño tan determinado y que le gusta tanto su autonomía sería sencillo caer en luchas de poder con él. Aun así, me ha mencionado que le da miedo caerse, lo cual es normal a pesar de tener un arito y un banco (sigue siento alto para él y lo hace sentir algo inseguro). Así que él decide aguantarse, no ha funcionado el estar llevándolo al baño porque me dice “no quiero ir”, algunas veces me las ingenio y hacemos algunas historias en las que accede a ir, pero esto no es lo realmente quiero ya que es algo que debe ser natural…
Cuando ha hecho uso del baño él se siente muy feliz, pero de repente supongo que siente que está perdiendo el control y decisión sobre su cuerpo, yo me siento feliz porque ame su cuerpo y quiero que conserve ese respeto por él mismo y sobre lo que desea hacer, así que mejor he optado por retirarme, no vale la pena entrar en una batalla insistente, confío y sé que él estará listo en algún momento, en su momento.
Mientras tanto buscaré una escalerita que se adapte al baño con una agarradera para él y la dejaré a su vista, quizá le dé un poco de seguridad. Aunque podría parecer que dejo que él haga lo que quiera, lo que más bien busco es que se reafirme que él decide sobre como cuidar su cuerpo.
Por otro lado quienes me conocen saben que me encantan los libros y los infantiles no son la excepción, así que le escribí a una colega española Carmen Fernández contándole nuestra situación y pidiéndole recomendaciones de libros infantiles y estas fueron sus recomendaciones: “Ya he acabado” de Victoria Roberts, “Edu ya no quiere llevar pañales” de Linne Bic, y “¿Puedo mirar tu pañal?” Guidd Van.
Vamos a buscar estas historias, a disfrutar de la lectura, del tiempo y de mi hijo.
Daniela